Para muchas empresas, las pérdidas generadas durante la pandemia han sido una carga difícil de superar. Mientras algunas optaron por la disolución, otras se beneficiaron de una medida excepcional implementada en plena crisis: la moratoria contable o societaria. Gracias a ella, pudieron evitar la causa legal de disolución a pesar de sus números rojos.

Este respiro financiero permitió a sectores como la hostelería, el comercio, el turismo, la construcción y la automoción continuar operando sin que las pérdidas de 2020 y 2021 pesaran sobre sus balances. Sin embargo, esta «ficción contable», como la califican los expertos, llegará a su fin el 31 de diciembre de 2024.

Un salvavidas temporal que expira

Para evitar una crisis empresarial masiva debido a las restricciones del coronavirus, el Gobierno aprobó en 2020 dos medidas clave:

  • Moratoria concursal, finalizada en junio de 2022.
  • Moratoria societaria o contable, que se extendió hasta finales de 2024 mediante el Real Decreto-ley 20/2022.

El objetivo era claro: dar margen a empresas viables antes de la crisis para recuperarse del impacto económico de la pandemia.

“La moratoria ha permitido a muchas empresas estabilizar sus finanzas en un entorno de recuperación, facilitando procesos de reestructuración sin la presión inmediata de demostrar solvencia”, explica Victoria Vilar, socia de fusiones y adquisiciones de Zadal. También les ha otorgado más tiempo para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado e incluso, en algunos casos, implementar mejoras e innovaciones.

Durante estos años, las empresas han podido ignorar temporalmente las pérdidas a la hora de evaluar si su patrimonio neto caía por debajo de la mitad del capital social, umbral que activa la obligación de convocar una junta para decidir entre disolver la empresa o tomar medidas correctivas.

¿Qué pasará ahora?

Con la moratoria a punto de expirar, las empresas deben hacer frente a su situación real. “No es que las pérdidas no existan, siguen estando en los balances, pero se actuaba como si no estuvieran”, aclara Juan Díaz Hidalgo, socio de mercantil de Eversheds Sutherland.

Muchas empresas que no lograron recuperarse ya han cerrado en estos años, mientras que aquellas que no se acogieron a la moratoria han seguido aplicando las normas contables con normalidad. En otras palabras, las empresas en dificultades que han sobrevivido gracias a esta medida ahora deben evaluar su viabilidad real.

Recuperación o disolución: el panorama post-moratoria

Algunas empresas han logrado remontar y recuperar niveles previos a la pandemia. “En muchos casos, las pérdidas de 2020 y 2021 fueron solo coyunturales”, señala Vilar. Incluso en procesos de fusiones y adquisiciones, los resultados de esos años han sido considerados excepcionales y no determinantes en la valoración de empresas.

Sin embargo, otras siguen en la cuerda floja. “Las empresas que han seguido en números rojos es probable que ya hayan entrado en concurso o estén cerca de hacerlo”, advierte Manuel García-Villarrubia, socio de concursal de Uría. Para los especialistas, no debería haber grandes sorpresas, ya que los administradores llevan tiempo con los balances sobre la mesa y han podido anticipar su situación.

Responsabilidad de los administradores

El fin de la moratoria también reactiva una cuestión clave: la responsabilidad de los administradores.

Si una empresa presenta un desequilibrio patrimonial severo, los administradores tienen un plazo de dos meses para convocar una junta y tomar una decisión. Si no lo hacen, podrían enfrentar responsabilidad solidaria, lo que significa responder con su propio patrimonio por las deudas de la empresa.

“El principal beneficio de la moratoria fue precisamente poner en hibernación esta responsabilidad”, destaca Díaz Hidalgo.

Impacto en pymes y grandes empresas

Las grandes compañías y multinacionales apenas notarán el fin de la moratoria, ya que cuentan con recursos para afrontar la situación. Las pymes, en cambio, podrían tener más dificultades.

“El mercado es el que manda. La moratoria ha sido una medida temporal útil, pero la realidad se impone. Muchas empresas no cierran por desequilibrios contables, sino por falta de liquidez”, advierte Díaz Hidalgo.

Conclusión: el tiempo se agota

Las empresas deben revisar sus cuentas cuanto antes para determinar si pueden seguir operando sin la protección de la moratoria. “Los administradores deben ser diligentes y evaluar si su empresa puede mantenerse a flote. Si no, deben actuar antes de que sea demasiado tarde”, concluye García-Villarrubia.

El 31 de diciembre de 2024 marcará el fin de un periodo excepcional. Ahora, las empresas deben enfrentarse a su realidad financiera y tomar decisiones estratégicas para garantizar su continuidad. El tiempo corre.